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Grigori Wassiljewitsch, Fischer, 1840

SHAZADPUR. Julio de 1891 / Rabindranath Tagore






Cerca del nuestro, hay otro barco en el desembarcadero y, en la orilla, frente a él, una multidtud de aldeanas. Evidentemente, alguna de éstas se embarcan para un viaje y otras las despiden niños; niños, canas y velos andan todos revuelto en la despedida. 




Particularmente llama mi atención una muchacha. Tendrá unos once o doce años, pero es guapetona y regozante, y pudiera pasar por tener catorce o quince años. Tiene una cara simpática, muy trigueña pero muy hermosa. Su pelo está cortado como el de un muchacho y esto sienta bien a su expresión sencilla, franca y despejada. Tiene un niño en brazos y me mira con curiosidad que no se recata y seguramente sin falta de sinceridad ni inteligencia en su mirada. Su modo de ser -medio de muchacho, medio de niña- es singularmente atrayente; una amalgama nueva de desprocupación masculina y en encanto femenino. Yo no tenía idea de que hubiera tipos así entre nuestras aldeanas de Bengala.




Aparentemente, ninguna de esta familia padece de esceso de timidez. Una de ellas se ha soltado el pelo al sol y lo está peinando con sus dedos mientras conversa de sus asuntos domésticos, a voz en grito, con otra que está a bordo. Saco en claro que no tiene más hijos que una niña, criatura necia que no sabe cómo portarse ni como hablar y que ni siquiera distingue la diferencia entre parientes y extraños. También me entero de que el yerno ha salido un irresponsable y que su hija se niega a irse con su marido.




Cuando al fin fue la hora de arrancar, escoltaron a mi doncella del pelo corto -brazos regordetes y bien formados ajorcas de oro, cara sin hiel y ardiente- al barco. Yo adivinaba que ella volvía de casa de su padre a casa de su marido. Todas continuaban allí siguiendo el barco con la mirada; una o dos  secáronse los ojos con el estremo suelto de sus saris.  Una chiquilla, con su pelo atado muy apretado en un moño, se cojía al cuello de un mujer mayor y lloraba silenciosamente sobre su hombro. Tal vez estaba perdiendo a una adorada Didimani que jugaba con ella a las muñecas y que también le daría un palmetazo cuando era mala…




El tranquilo caminar flotante de un barco en la corriente tiene mucho de lo patético de una separación -se asemeja tanto a la muerte- del ser que se va perdiendo de vista mientras que los que quedan se regresan a la vida cotidiana secándose los ojos. Verdad es que la punzada que produce dura sólo un rato -tanto en los que se han ido como en los que se quedan-, siendo el dolor provisional y el olvido permanente. Pero, sin embargo, lo que es verdadero no es el olvido sino el dolor y, de vez en cuando, en la separación, o en la muerte, nos damos cuenta de esta terrible verdad.









Por Rabindranath Tagore. Tomado del libro "Entrevisiones de Bengala", ediciones Orbis.

Poems / Anne Carson





Sylvia Town     

The burners and the starvers.
Came green April.
Drank their hearts came.
Burning and starving her.
Eyes pulled up by roots.
Lay on the desk.

Emily Town    

"Riches in a little room."
Is a phrase that haunts.
Her since the voltage of you.
Left.
Snow or a library.
Or a band of angels.
With a message it.
Not what.
It meant to.
Her.

Wolf Town    

Let tigers.
Kill them let bears.
Kill them let tapeworms and roundworms and heartworms.
Kill them let them.
Kill each other let porcupine quills.
Kill them let salmon poisoning.
Kill them let them cut their tongue on a bone and bleed.
To death let them.
Freeze let them.
Starve let them get.
Rickets let them get.
Arthritis let them have.
Epilepsy let them get.
Cataracts and go blind let them.
Run themselves to death let eagles.
Snatch them when young let a windblown seed.
Bury itself in their inner ear destroying equilibrium let them have.
Very good ears let them yes.
Hear a cloud pass.
Overhead.

September Town    

One fear is that.
The sound of the cicadas.
Out in the blackness zone is going to crush my head.
Flat as a piece of paper some night then.
I'll be expected.
To go ahead with normal tasks.
Mending the screen.
Door hiding my.
Brother from the police.

Love Town    

She ran in.
Wet corn.
Yellow braid.
Down her back.










Por Anne Carson.  Tomados del libro Plainwater: Essays and Poetry de 1995.

Retrato de una sombra / Paul Celan




Tus ojos, huellas de luz de mis pasos;

tu frente, temida por el brillo de las dagas;
tus cejas, travesía de las pérdidas;
tus pestañas, mensajeros de cartas largas;
tus rizos, cuervos, cuervos, cuervos;
tus mejillas, campo de armas de la mañana,
tus labios, huéspedes tardíos;
tus hombros, estatua del olvido;
tus pechos, amigos de mis serpientes;
tus brazos, árboles ante la puerta del castillo;
tus manos, tablas de juramentos muertos;
tus caderas, pan y esperanza;
tu sexo, ley del incendio del bosque;
tus muslos, alas en el abismo;
tus rodillas, máscaras de tu cortesía;
tus pies, campos de batalla de las ideas;
tus plantas, gruta del fuego;
la huella de tu pie, el ojo de nuestra despedida.



Paul Celan, 
Sin perdón ni olvido, Cuadernos de la memoria número 5, Universidad Autónoma Metropolitana, México, 1998. Versión al español, estudio, cronología y bibliografía de José María Pérez Gay.